Un sábado de abandono

Un sábado cualquiera, supuestamente la salida de la chamba es a la una de la tarde para ir a empujarse un cevichito con su chelita, pasar la tarde con los amigos (por que los sábados son para los amigos) y pasar un rato de relax. Pero las cosas se complican cuando un cliente se aparece con una urgencia que hay que atender con prontitud y celeridad. Ya el trabajo hecho, solo queda esperar al cliente para que recoja su material, sin embargo... el cliente no llega, llega la una y todos se van, como dicen por ahi, el último en irse apaga las luces y este sábado, fui yo.

El clientito se apareció como a las cinco y media de la tarde y solo había que sonreír por que "el cliente siempre tiene la razón", se llevó su material y tuve que apagar las luces...

A esa hora ya no provoca el cevichito ni chelita helada con el frio de la tardecita invernal, los amigos ya empezaron la jarana, ya hicieron planes y, no pasa nada. Te decides por el "plan B" con la family, llamas a tu flaquita, pero se fueron a ver "el santo convento" en San Miguel.

Este es uno de esos sábados, un sábado donde todos hicieron planes y te excluyeron, un sábado de abandono...

Abandonado a mi suerte sabatina y sin saber que hacer, decidí empujarme un pollito a la brasa con sus papitas fritas y su gaseosita, se imaginan un pollito sin papas, reflexione sobre eso mientras tomaba un chilcano de Pisco, puedes comer un pollo frito solo o con arroz, pero un pollito a la brasa tiene que ser con papitas fritas, no puede ser de otra manera.

Luego de mi momento de reflexión, salí a la avenida Petit Thouars y tome el micro, línea treinta y seis con dirección a la avenida Abancay topándome en el trayecto con el tráfico ya tradicional de nuestra Lima querida. Las pistas se saturan de vehículos, en su mayoría micros de esos antiguos que ocupan casi toda la pista, que aún funcionan y cuya segunda función después de servir como transporte es de ser una chimenea andante, principal contaminante de nuestro ambiente limeño. Micros, combis, autos, como piezas de un rompecabezas no avanzan ni dejan avanzar, tanto así que los pasajeros tienen que bajar y caminar cuadras y cuadras si quieren llegar a su destino, cruzando pistas entre el caos vehicular de la avenida Abancay.

Cerro SC

Así baje yo, dos cuadras antes de mi destino, en el paradero de "Hiraoka" (icono de nuestra cultura sin proponerselo) hacia la avenida Emancipación que cambia de nombre a Cuzco después del ya anticucho Jirón de la Unión plagado de gente, donde volteé para irme a Saga a pagar mis cuentitas, siguiendo de frente hasta la Plaza de Armas de Lima donde parten las carrozas que dan un paseo turístico por el centro histórico, el "Urbanito" que hace un tour hacia el mirador del cerro San Cristobal desde donde puedes ver todo Lima y a lo lejos la histórica isla del Frontón y San Lorenzo, también pasa por aquí el Mirabus que hace un tour mas largo por todo Lima.

Crucé la plaza de armas, pasando por Palacio de Gobierno y el Correo Central, ambos con su propia historia, hacia el puente Trujillo construído en mil setecientos sesenta y seis, puente que une el centro con el Rímac, pero no crucé el puente, doblé a la izquierda hacia la alameda Chabuca Granda donde se levanta una estructura metálica en honor a la marinera, esta alameda se encontraba en mi juventud plagada de ambulantes, los comerciantes de la antigua polvos Azules que ahora se encuentran por las primeras cuadras del Paseo de la República ya formalizados. Siguiendo en la alameda, me encuentro con una feria cuzqueña de textiles, los anticuchos, las mazamorras, champús, dulces limeños, butifarras y más allá los ya tradicionales cómicos ambulantes haciendo reír a la gente en la plazuelita al inicio del puente peatonal Rayos de sol, uno de los aciertos del municipio (a mi parecer), un puente que cruza el río Rímac, permite el acceso a la vía de evitamiento y conecta dos distritos, mazamorreros y rimenses cruzan este puente todos los días y en la noche un juego de luces en sus estructuras iluminan las aguas del río.

Pero a que viene el relato de este paseo por lima, cual es el "movil" como se oiría por estos días en los noticieros, pues, el viajecito vale la pena. Cruzando el puente Rayos de Sol, la calle Camaroneros, a la bajada del puente Santa Rosa, exactamente en la esquina de Virú con prolongación Tacna, al costado de la señora que vende higadito con yuca a un sol, está la señora Ursula, mas conocida como la tía Lucy en su renovada carretita, exigencia del municipio. Ya siendo de noche, para acabar mi sábado de abandono, tomo una banquita y pido mi caldito de mote, calientito, con su hierbita (cebollita china, culantro y hierba buena), un poquito de ají y su limoncito... ¡¡¡queeeee riiiiico!!!... La tía Lucy tiene años vendiendo aqui su caldo de mote especito y con el mote reventadito, sin presa por si acaso, solo pellejitos de res bien hervidos que se mastican suavecitos, y todo por un sol cincuenta, ¡para que pedir mas!.

Ya con ese gustito y con el sabor aún en mi paladar, me olvide de mi sábado de abandono y me fui a casita, sin sorprenderme al no encontrar a nadie.

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