Diario de viaje: día 2
¿A qué hora llegamos?... ¿ya llegamos?... ¿ya mérito?...
La llegada estaba programada a las ocho y cuarenta y cinco y ya eran las nueve. El terramozo era un venezolano recontra parsimonioso y me decía ya llegamos ahorita vale, que ya llegamos, espérate tantito mijo... y yo que estaba marcando cien por que ya estaba fuera de hora... pero llegamos, nueve y cuarenta y tantos pero llegamos.
Mollendo, hermosa ciudad, hermosas playas... ¡Oe' apúrate pues! Se nos va la hora...
Ah, perdón. Tuve que correr a tomar un taxi al primer punto y todo bien, pero la hora no espera a nadie, así que con la misma otro taxi que me cobró dos soles desde el mercado al terminal y de ahí tome un colectivo a Camana, me cobró veinte soles. Aunque el camino es medio desértico, entre cerros y vista al mar, la carretera brinda un paisaje relajante, verde de cuando en cuando, blanco de vez en vez y azul, mar azul...
Casi dos horas después llegue a Camana, ciudad tranquila y caminando llegue al punto de trabajo, unos minutos más, gente amable siempre y listo, termine ahí. Ya eran las doce y veinte del día, la única manera de llegar a Pedregal antes de la una era la teletransportación... me arrepiento de no asistir a esa clase, sobre todo por qué Son Goku era un buen maestro, en fin... Pedregal, te quedas para el final. Así que decidí ir a Arequipa desde aquí y si hay buses y minivans que te llevan en tramo directo y te cobran veinte soles.
Solo me dieron un asiento en la parte de atrás y me fui todo apretujado camino de Arequipa, tres horas más de viaje, algo cansado después de tanto trajín, así que el sueño gana y no solo a mí, también a la chica que estaba a mi lado y como mi hombro está acolchadito, lo usó de almohada... si, no pude evitar tomarle una foto... ¿que?, no, no puedo publicarla, no insistan, como voy a hacer eso, sería poco considerado... está bien, ahí va.
En fin, entre sueño y sueño llegue otra vez a Arequipa, totalmente apachurrado por qué comodidad era lo último que tenía ese asiento que me dieron al fondo.
Baje del minivan, estire las piernas y un tío me ofreció taxi así que aproveche la oportunidad para contratar un taxi por todo el día para el trabajo que tenía que hacer el lunes, todo dependía del tío, pero, el tío quería cobrar como limosina, recontracaro, por hora y con almuerzo incluido, no pues, así no juega Perú, no, no, pues no. Y me fui pensando en ese precio referencial, iba a tomar mi taxi para el hotel que ya había reservado por app y en eso me di cuenta que había dejado mi caja con las publicidades... ¡¡¡¡nooooo!!!, corre que corre a buscar el carro que me trajo, ¿que creen?, ya no lo vi por ningún lado, tuve que preguntar a medio mundo y nadie sabia nada, me enviaron donde venden los pasajes y ni ellos conocían al chofer siquiera, así que preguntando y preguntando, me mandaron a una cochera donde estaba la minivan y recuperé mi paquete... ¡ufffff! Si no recuperaba mi caja me iban a matar de Lima. Ya con mi cajita me fui al hotel, una ducha y un sueñito para recuperar energías.
Ya en la noche salí a comer algo. Lo que me gusta de Arequipa es que nadie se muere de hambre, hay para todos los presupuestos.
Esa noche por ejemplo no tenía mucha hambre así que me comí un choclo sancochado en una esquina, en otra esquina dos brochetas de pollo y más allá un emoliente calientito con yapa todavía. ¿Cuanto gaste?, gaste cuatro soles con cincuenta. Eso fue todo, regrese al hotel y al sobre por qué hacía bastante frío.
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