Diario de viaje: día 11

Me desperté temprano, quería ir a la iglesia, rezar un poquito, encomendarme al señor y agradecer por qué todo esté saliendo bien pero... no habían iglesias abiertas. No se por qué, ni la policia sabía a qué hora abrían la iglesias, fui a dos, pero ambas estaban cerradas. En fin, decidí regresar al hotel pero cuando estaba cerca, me di cuenta que frente al hotel estaba el famoso mercado de comida típica y me brillaron los ojitos. Era hora de desayunar y en provincia el mejor lugar para desayunar es el mercado, me di una vuelta por ahí y me encontré con unas tías en la puerta con sus ollas y rodeadas de gente, vendían yuyo con picante de trigo... uuuuujjjjjjuuuuuu!!! Una delicia, ya tía, sirve; ya sobrino, toma; ¿hay yapa?; toma papi, toma. Esta combinación me hizo recordar mi infancia cuando mi mamá preparaba un señor picante de trigo, con mondongo y lo acompañaba con su cevichito... uy que rico!!! Mamá, cuando prepares me invitaaaaaaasssss!!!
Eso fue el comienzo, ya en el mercado por la sección de comidas hay todo tipo de platos típicos, chicharrones, picante de cuy, picante de quinua, entre otros, todo se veía delicioso pero yo quería caldo y me fui por el lado de las tías calderas que cuando pasa te gritan: ¡sienta papi!, ¡sienta!, ¿que te sirvo?, ¡hay caldo de cabeza, de mote, mondongo!, ¿que te sirvo?. Ya pues, con semejante invitación uno no se puede negar. 

Ahhhh!!!... ¡delicioso mi caldo de mote!, ya solo faltaba el café y el pancito serrano con su quesito fresco... que más pedir. 
Ya satisfecho me fui al hotel, cogí lo necesario para la chamba y luego tendría que averiguar cómo llegar a Huancavelica. 
Llegue rápido a la plaza de armas, en un dos por tres terminé mi trabajo, me fui a la segunda agencia y al toque terminé ahí y empecé a averiguar. Todos me decían que vaya al terminal, que de seguro había algún carro que me podía llevar a Huancavelica. 
Bueno, confiado y siendo apenas las nueve y media de la mañana, tome un taxi para que me lleve al terminal a averiguar el tema, lo malo es que nadie me dijo que habían varios terminales en Ayacucho, ni yo pregunté ni al taxista le interesó y me llevo al Terminal de Las Americas que estaba como a veinte minutos. Me dejó allí. Entré, pregunté, decepción. Si, todos me miraban como bicho raro... ¿a Huancavelica?... no, no hay carros para allá... creció mi desconcierto, no podía creer que no hubieran carros para Huancavelica, en el mapa Ayacucho y Huancavelica están al lado, son vecinos, pero en nuestra accidentada geografía era probable que los caminos no fueran tan directos, es más, tal vez ni existían. Pero no es costumbre mía dar por sentado algo hasta no agotar el último recurso, así que salí del terminal y empecé a preguntar a la gente y les decía que debía llegar antes de las seis de la tarde. Me miraban extrañados y coincidían en lo mismo: no hay carros para Huancavelica. 
Un poco preocupado dado que según mis averiguaciones eran entre cuatro y cinco horas de Ayacucho a Huancavelica con lo cual cerraría sin preocupaciones y todavía me sobraría tiempo para descansar alguito. Pero la gente no colaboraba, cómo me iban a asustar de esa manera, a mi, solito en tierras ayacuchanas, con una misión y con el ímpetu anaranjado iconcepniano...
Respiré profundo (es bueno hacerlo en provincia) para aclarar las ideas, salí del terminal y pregunté a un taxista quien me respondió lo mismo y le dije que no era posible, que yo había venido preparado y que había averiguado, que tenía que llegar a Huancavelica como sea, en burro, a pie, en bicicleta, cómo sea... ¡por favor!...
El taxista me quedo mirando, tal vez se apiadó de mi o tal vez pensó “que triste huevon”... el caso es que me dijo que había otro terminal, el terminal terrestre Totora, que de repente de ahí si, pero que había que preguntar ahí mismo, pero que no estaba seguro... ya vamos le dije sin pensarlo, pero primero al hotel a recoger mis trapos para irme rumbo a Huancavelica. 
Salimos, ya más tranquilo y con esperanzas rumbo al hotel y... nos topamos con la huelga de profesores que bloquearon más de una calle por donde queríamos pasar... por más desvíos que tomó, todo estaba bloqueado y el taxista como que se puso nervioso y le salió muy larga esta carrera, yo había quedado con el que me lleve al hotel y de ahí al terminal Totora, pero el tiempo corría y yo ya me desesperaba por salir por qué ya era como el medio día y el taxista que seguro quería ir a otro lado. Ambos retrasados, llegamos al hotel, bajé y le dije que me espere un rato que iba por mi mochila y bajaba al toque. Subí y baje a la velocidad del rayo, no me demore nada, pero el taxista ya se había ido… por si acaso busqué mas abajo a ver si estaba estacionado, pero nada, me abandonó a mi suerte y ni siquiera me cobró… desde este rinconcito agradezco al chofer que me permitió avanzar entre huelgas y trafico ayacuchano y me dejo con buen tramo recorrido hacia mi destino.
No podia esperar, ya no ubique al taxista por mas que lo busque, tenía que seguir, tomé otro taxi y me llevó al terminal de Totora, desde donde me habia dicho el taxista anterior que podia ser que hayan carros.
Asi que, mas confiado, baje y empecé a preguntar ¿que agencia llevaba a Huancavelica?, no señor, ¿no?, por aqui, por allá, no señor… ¿que?, ¿será posible que no haya carros para Huancavelica?… no señor... 
Ya algo cansado me senté en una banca por ahi y empecé a averiguar en “gugel” a ver si encontraba alguna opción y me encontraba opciones que me mandaban lejos de ahi y en ese momento no tenia la certeza de que fuera a ser cierto. 
En ese momento, todo desesperado levanté la mirada y con los brazos en alto increpé a los Apus y a todos los dioses ancestrales, supliqué por compasión y piedad por que si no salía ya, ya, otro sería mi destino y otras fuerzas malignas se aprovecharían de mi situación y caería preso de la angustia y el desconcierto... en eso, el cielo se abrió y un rayo de luz me iluminó mientras una tonada celestial se dejaba escuchar, era la rosa de guadalupe… digo, un señor se me acercó, seguro al verme como loco con los brazos en alto y medio huevon y me dijo que habian carros a Huancavelica ahi en Totora, pero no eran agencia, eran colectivos… ¡por fin!… me fui corriendo a buscar los colectivos y ahi nada más salieron varios a decirme que me llevaban, y un señor me gritó: ¡falta uno y sale!, ¡falta uno y sale!… yo pregunte ¿va a Huancavelica?… me miró, dudó y luego con total seguridad me dijo: te dejo cerca, ahi tomas un carro que te lleva… 
Ya pues, fue suficiente, por veinticinco soles, acepté. Me subió en la parte de atrás, con carga, mi cajita de pop’s y una señora, que, no se porque, avanzó el carro unos metros y se quedó dormida todo el trayecto y como yo soy acolchadito, pues, mi hombro le sirvio de almohada. Esta vez tampoco pude evitar tomar una foto, para el recuerdo… ¿como?, no, no puedo chicos, no les voy a mostrar la foto, como voy a hacer eso, hay que guardar la decencia, pobre señora… esta bien, ahi va.

Yo, en cambio, a pesar de estar cansado y apretujado, tenía calor y no podía hacer nada ya que lo mas importante para mi era llegar antes de las seis a Huancavelica y ya eran las dos de la tarde… Adiós pueblo de Ayacucho perlaschayay, ya me voy ya me estoy yendo, perlaschayay...
El camino por carretera, como siempre relajante, curvas y mas curvas, cerros verdes, precipicios, de cuando en cuando unas casas, un pastor y sus ovejas, cielo azul, nubes blancas, sol… de pronto llegamos a un pueblito, unas cuantas casas, pero con plaza de armas, el auto se detuvo y bajó la señora. Estábamos en Julcamarca y el señor me dijo que habíamos llegado, que ahi no mas tomara mi carro a Huancavelica… miré a un lado, mire al otro lado, y no había ni un alma, ni un terminal, un auto, nada de nada. Le reclame al chofer y me dijo que el llegaba hasta ahi y que tenia que subir a otro colectivo. En eso y para mi suerte, se aparece otro auto, hablaron entre choferes y me el nuevo chofer me dijo que me iba a llevar. Me tranquilicé, subí al otro carro y me fui esta vez con destino a Huancavelica… eso creí.
EL tramo se vol vio mas desolado y llano, la carretera cruzaba el llano verde y amarillento, el friecito ya se empezó a sentir y caían unas gotas de lluvia, a lo lejos se veian cerros y de cuando en cuando uno que otra lagunilla ocasional producto de la lluvia, niebla… fue cuando me entere que no iba a Huancavelica, que ibamos al pueblo de Lircay, donde habia un terminal y donde debia tomar otro carro hasta Huancavelica, pero esta vez si de verdacito y además, me estaba cobrando veinte soles mas desde Julcamarca a Lircay.
Después de que la carretera empezó a reducir y convertirse en trocha, luego de cruzarnos con unas vacas y su pastora y un camino madio caido por un huayco, llegamos a Lircay, donde esta el Terminal Terrestre de Lircay y buses para todos los pueblos cercanos, tambien hay colectivos que te llevan a Huancavelica… ¡por fin!, esta vez si era cierto, pregunte como veinte veces al chofer y si, llevaban a Huancavelica, previo pago de veinte soles, chin chin, toma, ya, espera que se llene el carro y cuando se llevó, salimos rumbo a Huancavelica.
El carro tomo ruta hacia la carretera y empezó a subir al lado del cerro, al poco rato ya estabamos a cierta altura, entre cerros y llovizna, las piedras brillaban con la humedad, nieve a los lados de la carretera que destellaba con los rayos del sol y a cierta altura, se abrio la carretera, dejando ver a un lado el precipicio, los cerros al fondo y, para mi sorpresa y por primera vez en mi vida un arcoiris inmenso y de principio a fin… estaba tan emocinado que quería tomarle fotos, pero estaba otra vez en la parte de atras del carro, apretado con una persona a cada lado, bien papeados ellos como es comun aqui en la sierra. Tuve que vencer mi roche y decirle al chofer si era posible que detenga el carro un momento para tomar fotos… fue lo mejor, una experiencia indescriptible, no se a que altura estaba, el viento era helado y llovía, la carretera estaba húmeda y mas allá estaba el vacío, al fondo los cerros, la niebla, se podían tocar las nubes y para sellar lo magnífico de este momento un arco inmenso colorido de un lado a otro del valle. 

Fue lo mas hermoso que me toco ver en este viaje, me hizo olvidar por un momento que estaba apurado de llegar a Huancavelica. Eso fue todo, con esa postal en la mente seguimos rumbo a Huancavelica, eran ya las cuatro y media y tenia que llegar antes de las seis… ¿cuantas veces lo voy diciendo ya?, corre carrito, corre, tenemos que llegar hoy, antes de las seis, por que si es después, habremos fallado por un día en nuestras proyecciones.
La tarde se fue poniendo, las nubes cambiaban de color, otra vez anunciando que el astro rey, dios de nuestros ancestros se retiraba y se despedia del dia, pero a lo lejos alcancé a ver cass, un pueblo cercano: era Huancavelica, eran como las cinco y media y ya estábamos cerca y mas cerca y mas cerca, ya habían casas y a mis compañeros en el auto habia preguntado donde quedaba la agencia y me dijeron que a una cuadra de la plaza de armas. Eran las cindo y cuarenta y el carro se detuvo y dijo: ¡último señores!. ¡Asu!, me tocó correr varias cuadras todavía, ya estaba cerca de mi destino y no era hora de desanimarse, asi que ¡coore Jorge!, ¡corre Jorge!, y fui corriendo, llegué a la plaza de armas, pase la plaza de armas, doblé a la izquierda y a una cuadra llegué a la agencia, a siete minutos para las seis.
Y eso fue todo, se termino mi trabajo aventura de todos estos días. Cuando terminé mi trabajo en la agencia sali a la plaza de Armas de Huancavelica, ya era de noche y con nostalgia me despedí de mi cajita que me acompaño en todo el viaje y que ya era hora de darle de baja con honores, adiós cajita.

Me disponía a buscar un hotel cuando sonó mi teléfono y me dijeron tenía que regresar con urgencia a Lima… no peeeeeee!!!, justo que había terminado la chamba y quería conocer un poco más Huancavelica… ni modo… ¡Challenge accepted!
Eran casi las siete y como no conocia nada de Huancavelica, tome un taxi para que me lleve al terminal mas cercano, por suerte el taxista me dijo que en el terminal no vendian pasajes, que solo lo vendian las agencias y me llevo a una que estaba cerca, compre mi pasaje en la agencia y con el mismo taxi sali rumbo al terminal casi a la salida de Huancavelica por que el ultimo bus salia a Lima a las siete y media de la noche, llegamos con las justas, subi a mi bus y dormi todo el camino a Lima.
Así termina mi travesía después de recorrer sur y centro, regreso a casa con la satisfacción de haber cumplido y logrado las metas en el tiempo previsto.

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